La justicia prorrogó por diez días la orden de desalojo a una familia
ESPERA. Se trata de la pareja compuesta por Isidro y Milagros quienes, junto a su pequeño hijo Ihán, ocupan un terreno en el barrio René Favaloro. La extensión del plazo fue ordenada por el Juez José Luchini, de Junín.
La permanencia de una familia en un terreno ocupado del barrio René Favaloro tuvo diez días de prórroga. A través de un acta fechada el 1 de septiembre, Isidro, Milagros y su pequeño hijo Ihán fueron notificados que el Juez a cargo del Juzgado de Garantías N° 1 del Departamento Judicial de Junín, José Raúl Luchini, resolvió “conceder la prórroga requerida por el plazo máximo de 10 días para hacer entrega pacifica de la posesión del inmueble en que se encuentran actualmente”.
Además, según consta en el mismo documento que fue entregado a la familia por personal policial, se les hace saber “al ocupante ilegal del predio que deberá abstenerse de efectuar mejoras y/o ampliaciones a la precaria construcción realizada y vencida esta prórroga de plazo para desalojar, sin que haya hecho efectiva la desocupación del inmueble pacífica del mismo, se procederá conforme lo previsto fojas 44/50” (desalojo mediante la fuerza pública).
Además se estableció que se notifique “al Municipio de Lincoln – Secretaría de Acción Social; al Patronato de Liberados; y a la Ayudantía Fiscal de Lincoln”.
DESAMPARADOS. Isidro vive en Lincoln desde hace doce años y ha tenido varios trabajos. Pero, en el último que tenía, la empresa en la que se desempeñaba quebró. Le resta cobrar un par de meses y está, literalmente, desempleado.
En familia, han aguantado el alquiler todo lo que han podido, pero llegó un momento en el que la situación no dio para más. Tenían un auto y lo vendieron. Habían comprado un horno y una freidora para vender comidas, y también debieron venderlos, al igual que a los últimos insumos que les quedaban.
Sin saber qué hacer, buscaron un sitio en el cual seguir viviendo y encontraron un terreno en el barrio René Favaloro. Era un yuyal al que nadie cuidaba, sin demarcar. Y, por averiguaciones, supieron que no tenía dueño ni adjudicatario. Limpiaron el lote, a fuerza de machete, y alguna vez, cuando él conseguía alguna changa, alquilaban una desmalezadora. Lo que era un pastizal se fue convirtiendo en un terreno medianamente digno. Cuando tuvieron que dejar la casa que alquilaban, lo ocuparon.
Milagros e Isidro fueron convertidos en “delincuentes” porque no tenían dónde vivir. Su delito, haberse afincado en un terreno que no era de nadie.
Habían tenido una orden de desalojo que vencía el domingo. Ahora el plazo fue prorrogado, pero la desesperanza y el desamparo parecen no tener fecha de vencimiento.