Néstor “toto” Valfiorani, el creador de “Los Venecianos”, contó la historia del gran secreto
HISTORIAS. El autor de uno de los íconos del Carnaval repasó sus vivencias en la fiesta máxima y la aparición de las marionetas. “Fue la primera vez que tuve una satisfacción tan grande, porque la gente se paraba en las mesas para aplaudir. Fue una verdadera sensación”, le dijo a La Posta.
Si hay un motivo verdaderamente representativo de la última década del Carnaval de Lincoln, ése es “Los Venecianos”. Desde su ingreso a la fiesta máxima, estas creaciones se han convertido en un verdadero furor. Hoy, a diez años de su origen, siguen siendo una de las principales atracciones del corso y brillan donde van.
Detrás de este motivo hay un hacedor, quien no es ningún improvisado en la materia. Se trata de Néstor “toto” Valfiorani, quien aprendió el arte de la cartapesta del propio Enrique Urcola y estuvo en los estudios de La Posta Radio (FM 88.5) para contar su historia con el Carnaval y el inicio de las grandes marionetas.
Hijo de un padre ferroviario, Valfiorani había ingresado a muy corta edad a trabajar en las viejas oficinas del ferrocarril, ubicadas en la intersección de las calles Villegas y Martín Irigoyen (y Los Tulipanes), donde se había desempeñado durante veintiocho años.
A finales de la década del ‘70 había fundado, en un garaje de la calle Sarmiento al 700 (entre Rawson e Ituzaingó), junto con Luengo, una pinturería chiquita, la cual, con el paso del tiempo, se iría agrandando, hasta convertirse en uno de los comercios más grandes de Lincoln en el rubro. En el medio también había tenido un kiosco (pegado a la pinturería).
En el marco de una animada entrevista, “Toto” Valfiorani contó: “Siempre tenía la ilusión de hacer algo para el Carnaval. Yo era alumno del Ateneo de la Juventud, y le pedimos a Enrique Urcola que nos enseñara. Con él aprendimos a trabajar y, en una pieza, hicimos el primer motivo. Después resultó que la carroza no salía por la puerta, así que le tuvimos que cortar las piernas y los brazos, y la volvimos a armar en la casa de Urcola”.
“Al año siguiente nos largamos solos. Hicimos ‘El sueño de la juventud’. En eso estábamos con Stola, Sierra y los Mizuno, entre otros”, rememoró.
Posteriormente contó: “Cuando empecé solo, mis grandes compañeros fueron mis sobrinos (trabajaban todos) y mi cuñado, Delmar Barbero. Él era mecánico y era ‘el rey de los movimientos’, porque tenía mucho ingenio. Además, estaban mi hijo Marcelo y el ‘Negro’ Díaz”.
“Nosotros siempre entrábamos al Carnaval para ganar. Y, como no nos podían ganar, se creó una rivalidad sana. Siempre tratábamos de tener lo más escondido posible al motivo y que nadie supiera”, reveló. Y añadió: “Para el centenario de Lincoln hicimos la primera carroza que no era tirada por ningún vehículo; caminaba sola. Usamos un tractor cespedera que nos prestó Cenize y fue la gran novedad”.
La historia de Valfiorani por el Carnaval no ha pasado desapercibida. “Tenemos el orgullo de decir que nunca perdimos, ni en Máscaras ni en Carrozas. Entrábamos todos los años y siempre ganábamos”, repasó, orgulloso. Aunque reconoció: “El momento en que se empezó a trabajar mucho más con telgopor coincidió con el sentimiento de que habíamos cumplido un ciclo”. Pero el destino le tenía guardada una función más, la más grandiosa.
“LOS VENECIANOS”. La aparición de “Los Venecianos” en el Carnaval de Lincoln fue un verdadero furor, porque a la calidad de los trabajos que ya había en la fiesta se le sumaba una variable que los hace únicos en cada presentación: la interacción con los espectadores.
“Fue una idea de Marcelo (Valfiorani), que vio un programa de México en el que había unos motivos parecidos. Me dijo que le parecía que podía ser bueno para el Carnaval y los empezó a diseñar. Lo queríamos hacer totalmente en secreto. Entonces pedimos un lugar que está enfrente de mi casa, donde había funcionado una escuela, y con mi sobrino Zunino empezamos a hacer el motivo. Lo sabíamos solamente cinco personas: Marcelo, su señora, mi sobrino, mi esposa y yo. Lo hicimos todo de noche. De la parentela, nadie sabía nada de nada. A las 2:00 de la madrugada nos cruzábamos con los motivos a mi casa para hacer las pruebas en el patio”, recordó Valfiorani.
“Después, los chicos de Medina, que trabajaban en la pinturería, nos ayudaban con las pruebas. Ellos sabían que estábamos haciendo algo raro, pero no sabían qué era. Después, dos días antes del Carnaval, conseguimos un galpón alto y los probamos terminados”, añadió.
LA APARICIÓN. “La primera noche, nuestros parientes habían comprado varias mesas para esperar y ver qué habíamos hecho. Y, cuando empezaron a ver unas plumas grandes y algo distinto, se dieron cuenta de que era eso”, relató.
Nadie lo sabía. Era una auténtica sorpresa que conmovería a todo el público. “Fue la primera vez que tuve una satisfacción tan grande, porque la gente se paraba en las mesas para aplaudir. Fue una verdadera sensación”, aseguró.
Finalmente, manifestó: “De eso no nos vamos a olvidar jamás. Fue la satisfacción más grande que hemos tenido. Nunca había visto a la gente parada arriba de las mesas, aplaudiendo… Nunca lo vamos a olvidar”.