Columnistas

Apuesto al barrilete

“La cultura hace al hombre algo más que un accidente del Universo” (André Mairaux).

Todo puede quedar en un tema más. Sin embargo, también puede ser la posibilidad de sentar bases sólidas para llevar a la cultura al lugar que debe ocupar en la consideración de las fuerzas políticas.

Se empezó a construir un barrilete. Siempre se ha tratado a la cultura como a un tema menor o se creyó que solo se trata de poner dinero. No basta el apoyo económico. Es fundamental un plan amplio, con inclusión de todos los sectores, con el fomento y el incentivo del Estado municipal. Pero, al mismo tiempo, sin caer en el vicio de permitir que algunos pillos traten de vivir eternamente de la teta del Estado.

Los hacedores de la cultura nunca han sido considerados trabajadores, pero lo son. Por lo tanto, se debe generar la tierra fértil que posibilite el desarrollo de cada uno, de acuerdo a su talento y su dedicación.

Los Estados hacen honor a la fábula de la hormiga y la cigarra, y consuelan a los últimos, dando subsidios (es decir, les dan de beber cuando se les ocurre y, el resto del año, a sufrir sed).

Nunca es cuestión de conformarse con las migajas, sino de encontrar la forma de elegir cada uno el plato preferido. “Si destruyes toda una generación de cultura, es como si nunca hubiera existido” (George Clooney).

La cultura tiene la obligación de ser generadora de empleo. De otra manera, aquellos que se fueron a estudiar ven cercenadas sus posibilidades y quedan encerrados en un área muy estrecha: docentes en las escuelas o en los Municipios. Muy pocos tienen la posibilidad de dejar de depender de un sueldo del Estado. Y otros, al no lograr ese empleo, terminan trabajando en otras actividades.

La cuestión es simple: estudiaron, pero no pueden ejercer. Y algunos, para hacerlo, se conforman con un sueldo de quince mil pesos. “La cultura es un saber del que no tiene uno que acordarse… Fluye espontáneamente” (Diógenes, el cínico).

Ayer por la mañana, la secretaria de Cultura y Educación, junto con sus colaboradores, presentó “El Plan Municipal de Acompañamiento Cultural, que integra un conjunto de políticas orientadas a respaldar y a fomentar la tarea de artistas y trabajadores de la cultura del Distrito de Lincoln que se vieron afectados por la situación de pandemia”. Puede ser un punto de partida hacia algo más sólido.

Se han desarrollado algunos puntos interesantes para analizar. El primero es la posibilidad de darles trabajo a artistas locales en una amplia diversidad. En lugar de contratar a números con o sin demasiado cartel, pero de afuera, se confió en la gente de Lincoln, y el resultado es excelente.

Nuestra gente demostró estar a la altura de las circunstancias y aun más, porque muchas veces se han contratado números debajo del nivel esperado. Esto es generar trabajo e incentivar una continuidad.

Hay grupos que piensan seguir con sus presentaciones (ahora, desde su propia iniciativa). Dinero de Lincoln que queda en Lincoln. Y, al usar la palabra Lincoln, lo hago abarcando a la ciudad cabecera y a todos los pueblos del Distrito.

Es un punto de partida en el momento en que se entienda la necesidad de un censo de artistas, una forma de planificar sobre terreno firme y dejar de pensar a quién se puede contratar para algún evento, y, más aún, qué tan grande es la diversidad de disciplinas.

En varias oportunidades he oído quejas porque entienden han sido dejados de lado. Con este método, reclamarán con justa razón o, de no figurar, no tendrán derecho a quejarse.

Los anuncios son democráticos en toda su dimensión: en lugar de invitar a unos pocos para hacer la apertura del Carnaval o para otros espectáculos, se llama a presentación de proyectos y se invita a unirse a varias disciplinas a la propuesta. Nadie queda afuera; todos pueden presentar sus ideas. Tiende a lo colectivo, dejando en un segundo plano las individualidades. La secretaría de Cultura y Educación abre sus puertas. Depende de la decisión de cada uno entrar o quedarse afuera.

Las últimas aperturas de nuestra fiesta mayor han sido muy buenas. Sin embargo, oí comentar a algunos que siempre se llamaba a los mismos. Espero que quienes decían esto puedan presentar sus ideas.

Todo este plan es un gran desafío para la cartera de “Marisa” Serenal y para toda la administración actual.

El barrilete luce espléndido. Ahora hay que remontarlo y comprobar que los tiros y la cola son lo suficientemente sólidos para tener un vuelo sereno y perdurable. “Sólo el que sabe es libre, y más libre, el que más sabe. No proclaméis la libertad de volar, sino, dad alas” (Miguel De Unamuno).

Dentro de unas horas hay una reunión de este grupo de funcionarios con hacedores del Carnaval. Y me parece correcto y necesario que canalicen a un sector que sufrió mucho por la pandemia y se sintió olvidado.

El Carnaval es cultura, cimientos arraigados en nuestra historia, y es justo que sea esta área la que inicie los diálogos.

Durante décadas se comete el mismo error. Una persona se adueña de la comisión y termina manejando la cosa a su antojo, con la creencia de que será un espaldarazo para sus pretensiones políticas. Ese individualismo mata a lo colectivo y termina en un claro fracaso.

Cuando hay una línea de priorizar lo local, debe prolongarse a nuestro Carnaval con más dinero a los artesanos y menos a los números de afuera.

Será muy difícil que el año que viene pueda hacerse un corso como el que se hacía, lo cual no significa dejar sin trabajo a los artistas. Por el contrario, obliga a tener ideas genuinas y suficientemente atractivas.

Hay mucha creatividad. Y, con diálogo abierto, se puede lograr una gran fiesta. “La cultura engendra progreso y, sin ella, no cabe exigir de los pueblos ninguna conducta moral” (José Vasconcellos).

Por Carlos Cifaldi.