Vuelve a Lincoln la biodanza, un espacio para el encuentro y la transformación
LOCALES. Con más de quince años de trayectoria en la ciudad, la actividad regresa con encuentros semanales abiertos a toda la comunidad. Invita a explorar el bienestar a través del movimiento, la música y la conexión humana.
En Lincoln, la biodanza sigue consolidándose como un espacio de encuentro y de desarrollo personal. A partir de este mes, los encuentros abiertos se realizan todos los jueves, desde las 21:00 hasta las 23:00 horas, en el barrio San José, brindando la posibilidad de conocer y de experimentar esta disciplina antes de sumarse al grupo estable.
Para obtener más información e inscribirse, las y los interesados deben comunicarse con el (2355) 642169.
Mónica Souto, facilitadora y referente de la biodanza en la ciudad, dialogó en el programa “Primero lo Primero”, emitido por La Posta (FM 88.5). En ese marco destacó la importancia de esta práctica, que había nacido en Latinoamérica en la década del ’60 y se ha expandido por todo el mundo como un sistema de desarrollo humano integral.
“Es la danza de la vida, un espacio en el que podemos encontrarnos con nosotros mismos y con los demás desde la sensibilidad, el movimiento y el disfrute”, informó.
¿QUÉ ES? La biodanza había sido creada por Rolando Toro, quien, junto con otros referentes como César Rauner y Gustavo Alcante, había desarrollado este sistema basado en el fortalecimiento de los potenciales humanos. Su práctica no busca aprender coreografías, sino conectar con la vitalidad, la afectividad, la creatividad, la trascendencia y la sexualidad, cinco aspectos esenciales del desarrollo personal.
“Trabajamos con la salud, y no con la enfermedad”, explicó Souto. “No se trata de qué patología tiene cada persona, sino de potenciar lo que ya tenemos dentro, nuestra capacidad de sentirnos vivos, de vincularnos con los demás, de disfrutar del movimiento y de la música”, agregó.
Uno de los pilares fundamentales de la biodanza es la inteligencia afectiva, un concepto que, según Souto, es distinto de la inteligencia emocional. “Se trata de la capacidad de vincularnos de manera sana, amorosa y auténtica con los otros y con el mundo que nos rodea. En un encuentro de biodanza, esto se trabaja de forma profunda, permitiendo que cada persona se conecte con sus emociones, sin prejuicios ni estructuras rígidas”, señaló.
Las clases están destinadas a adultos de todas las edades y géneros, sin necesidad de experiencia previa en danza o movimiento. Durante febrero y marzo, los encuentros son abiertos, lo que significa que cualquier persona interesada puede acercarse a participar sin compromiso. A partir de abril, se conformarán grupos estables para profundizar el proceso de aprendizaje y de conexión.
“Cuanto más consolidado está el grupo, más profundas pueden ser las experiencias que vivimos en cada encuentro”, subrayó Souto. “Por eso, después de los primeros meses de apertura, trabajamos en grupos cerrados que nos permiten avanzar de manera más comprometida con el proceso de transformación personal”, señaló.
Además, aunque actualmente las clases se centran en adultos, la biodanza también ha desarrollado extensiones para niños y adolescentes, respondiendo a la demanda de muchas familias que desean que sus hijos accedan a estos espacios de crecimiento personal.
A quienes buscan un espacio de conexión, disfrute y bienestar, la biodanza les ofrece una alternativa diferente de las disciplinas convencionales. “Es un sistema que nos permite crecer desde lo sutil, desde el placer y la alegría, rompiendo la idea de que todo debe ser sacrificio para poder desarrollarnos”, comentó.
Los encuentros se llevan a cabo en un salón ubicado en el barrio San José. “Es un espacio que nació desde el hogar y que poco a poco fue creciendo, siempre con la intención de generar un ambiente cálido y seguro para todos los que participan”, destacó la facilitadora.
Para recibir más información e inscribirse, las y los interesados deben comunicarse con el (2355) 642169.