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Una bioingeniera linqueña es gerenta general del Centro de Medicina Nuclear de Entre Ríos

ORGULLO. Marianela Pacheco es egresada de la Escuela Normal “Abraham Lincoln” y graduada en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Ella y Jesuana Aizcorbe, la presidenta, encabezan el prestigioso organismo de estudios, con sede en la localidad de Oro Verde.

De la misma manera que Lincoln ha trascendido en varias oportunidades a nivel nacional por noticias negativas, esta vez ocurre todo lo contrario, ya que la novedad viene de la mano de la ciencia, algo que, por lo general, tiene poca prensa.

Se trata de la experiencia que está viviendo la bioingeniera Marianela Pacheco, una linqueña de 30 años, egresada de la Escuela Normal “Abraham Lincoln”, en la que cursó sus estudios desde el nivel inicial hasta haber sido abanderada en la secundaria. Luego prosiguió en la Facultad de Ingeniería de Entre Ríos, que se encuentra en la localidad de Oro Verde, cercana a Paraná, la capital de esa provincia, en la cual se graduó de bioingeniera en el 2017.

En junio de este año fue nombrada gerenta del Centro de Medicina Nuclear de Entre Ríos y trabaja con la presidenta del organismo, Jesuana Aizcorbe, otra prestigiosa bioingeniera recibida en la misma facultad.

Pacheco había iniciado su vínculo con la Fundación Centro de Medicina Nuclear y Molecular Entre Ríos (Cemener) al haber hecho su Práctica Profesional Supervisada (PPS), la primera que se ha realizado entre la facultad y el Cemener, y también había elaborado su proyecto final en el centro.

Después de haberse recibido, había ingresado a la fundación como becaria en el área de Procesos y Procedimientos, tras lo cual ha quedado de forma permanente.

La Fundación Cemener había nacido, en el 2015, de la articulación de tres instituciones públicas. El Gobierno de Entre Ríos había cedido los terrenos para la construcción del centro, cuya obra civil había estado a cargo del Instituto de Obras Sociales de la Provincia de Entre Ríos (Iosper), mientras que la Comisión Nacional de Energía Atómica había aportado los equipamientos médicos y tecnológicos para su puesta en funcionamiento.

La fundación ha hecho hincapié en tres aspectos principales como servicios del Cemener: diagnóstico, tratamiento y docencia e investigación. Entre sus múltiples prestaciones se cuentan tomografías PET (por emisión de positrones) y Spect (por emisión de fotón único), resonancias y ecografías. Entre los tratamientos se destacan la quimioterapia, la radioterapia externa, la radiocirugía (practicada en muy pocos lugares del país) y la braquiterapia de alta tasa.

“La fundación vino a marcar una diferencia en la región, por su alto nivel tecnológico, y permitió que hoy puedan resolverse acá un montón de prestaciones que antes tenían que derivarse fuera de la provincia. Incluso recibimos a pacientes de otras provincias y de países como Paraguay y Bolivia. Además, el lugar es muy tranquilo”, subrayó Pacheco al respecto.

En tanto, Aizcorbe resaltó: “Hubo una fuerte inversión del Estado nacional a través de la Cnea para las compras de los equipos, que están instalados hace seis años, y siguen siendo tope de gama y lo más avanzado, sumada a los importantes aportes del Iosper y el Gobierno de la Provincia a través de las realizaciones de prestaciones para sus afiliados y pacientes de escasos recursos económicos. Sin estas inversiones, no podríamos hacer esas prácticas”.

El centro emplea a aproximadamente 110 personas, entre su planta permanente y los profesionales que prestan servicios. Hay médicos; ingenieros; físicos; técnicos; licenciados en Imágenes, Enfermería y Farmacéutica; instrumentadoras; y empleados administrativos y de mantenimiento.

Respecto de las herramientas que brinda la bioingeniería para ocupar puestos de gestión en instituciones sanitarias, Aizcorbe analizó: “La formación de la carrera es generalista y brinda una visión integral del sector de salud. ¿Cuál es la función o el objetivo de un lugar como la Fundación Cemener en esta región? La idea es pensar cómo se inserta y contribuye a mejorar el sistema de salud, no desde una cuestión competitiva, sino de aporte”.

Pacheco coincidió y añadió su experiencia. Dijo: “La carrera me fue muy útil. Me dio muchas herramientas, desde el punto de vista técnico, para entender el funcionamiento del centro”.

En cuanto a su beca en el área de Procesos y Procedimientos, describió: “Era el nexo entre la parte administrativa y los servicios médicos. Después estuve como responsable operativa: evaluaba los distintos sectores, hacía mediciones de tiempos y tareas, y definía los recursos necesarios y cómo trabajar en cada sector”.

Sobre sus responsabilidades actuales, admitió: “Para una posición de gerencia me fue necesario complementar y fortalecer mi formación con aspectos relacionados con las finanzas, la administración y el manejo de los recursos humanos”. Para ello ha hecho una maestría en Administración y Finanzas.

Finalmente, Pacheco resaltó la relación entre la Fiuner y el Cemener. “La presencia de la fundación acercó más nuestra carrera a la práctica. Empezaron a hacerse muchos trabajos en conjunto. Cada vez que un alumno o una alumna quiere hacer un proyecto final, una pasantía, una visita, o hablar con algún profesional, tratamos de hacer el tiempo y el espacio para ese intercambio, porque lo entendemos muy importante como parte de la formación”, enfatizó.

Por último, Aizcorbe declaró: “Después de casi 40 años, el lugar que ocupan bioingenieros y bioingenieras en el ámbito de la salud es mucho más conocido y estandarizado. Tradicionalmente, las instituciones eran siempre encabezadas por médicos, y eso está abriéndose. Me parece saludable”.