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“Quiero que cada una se sienta cómoda y no se limite porque ve un conjunto que le gusta y no hay de su talle”

“NUESTRA ECONOMÍA INDEPENDIENTE”. La productora linqueña Anahí Eme es la artífice de “Eme – Designer – Lingerie”. Recibió en su casa a La Posta para hablar de sus creaciones.

La Posta sigue conociendo emprendimientos y en esta ocasión visitó el hogar de Anahí Eme, quien se dedica a realizar trabajos de lencería de todos los talles.

Quienes deseen obtener sus prendas deben comunicarse a través de Instagram @eme_designer_lingerie o al (2355) 400459.

En dialogó con La Posta, la emprendedora linqueña detalló: “El emprendimiento nació de trabajar en la costura para otras chicas que emprendían, también, y de ver cómo iban progresando y prosperando. Así nació el sentimiento de salir de coser a emprendedoras”.

A continuación, agregó: “Primero trabajé en la fábrica de camisas, cuando vine a vivir a Lincoln. Después de la fábrica de camisas, estuve en ‘Tajat’. Y durante todo ese tiempo estuve adquiriendo experiencia con todas las máquinas y lo que era el trabajo en velocidad. También fui trabajando para talleres para otros”.

Seguidamente, señaló: “En octubre del año pasado, más o menos, a finales de octubre, ya más o menos tenía algo encaminado en lo que eran las máquinas”. Y destacó: “Hay una máquina que es de mi mamá. Con esa me enseñó a coser. Después ahorré para comprar y también usé un crédito para comprar otras máquinas”.

Posteriormente, Anahí reveló el objetivo de su emprendimiento. “Hago lencería de diseño, pero me enfoco más en lo que son las transparencias, lo sexy del encaje y todo eso. Porque, si bien me gusta la ropa interior de mujer, me gusta el detalle que le da el encaje, lo que le da la transparencia, la sensualidad que está acá… El cuerpo de la mujer es como un adorno; siempre lo llamo así. Es como adornar el cuerpo”, expresó.

En cuanto a los materiales, la emprendedora explicó: “Utilizo algodón, lycra, encaje y microtul. Compro todo en Buenos Aires. En sí, no tengo un lugar específico. Compro en varios lugares. Arranqué con un metro, dos metros, y, como se encareció mucho el envío, empecé a juntar para comprar de un kilo”.

“Quiero que cada una se sienta cómoda, y que no se limite porque ve un conjunto que le gusta y no hay de su talle o no lo vaya a conseguir. Creo que es esencial eso”, enfatizó Anahí sobre los talles.

Después les envió un consejo a quienes recién están comenzando. “Lo que yo hago día a día es luchar para vencer los miedos. No te digo que es fácil, porque te mentiría, pero todos los días me levanto con miedo de cómo me irá a quedar, de si alguien me irá a comprar, de si les gustará… Pero es levantarse día a día, decir ‘Yo puedo’ y seguir. Y, aunque no tengas ganas de pensar que podés, creo que cada uno tiene como una magia interior. Porque vos ves los emprendedores, y vuelven las cosas que hacen y te quedás impresionado… Todo eso sale de sus manos, de un corazón. Me encantaba ir a las ferias y amaba ver cada detalle que le ponen. Son únicas las cosas que se hacen. Es más: yo no le tenía fe a lo que hago. Y yo lo llevo por ahí todo, me lo halagan, y sin embargo no lo veo con esa fe, porque lucho día a día con esos miedos”, subrayó.

Emocionada, Ana habló de adónde quiere llegar con su emprendimiento. “Quiero que sea conocido, no sólo el emprendimiento, sino también, como ya hablé, el nombre es mi apellido… Y, como dije, este sueño viene ya desde mis viejos, desde que la lucharon para también emprender ellos, y no les resultó porque tal vez sus miedos los pasaron por arriba. Pero eso es más allá de hacer lencería. Después, si Dios me lleva en otro camino, uno nunca sabe. Pero lo que más me interesa es que conozcan el apellido y el trabajo que hay detrás”, dijo.

En la misma línea, finalizó: “Dios quiera que no sólo pueda tener un local, sino también gente a la que pueda ayudar, a la que pueda tener cosiendo conmigo, a la que pueda poner a vender. Gente a la que pueda darle trabajo de alguna forma y pagarle bien, porque la costura es muy mal pagada. Realmente a mí me gustaría poder tener gente y pagarle bien, que sea valorado todo lo que sabe, todo lo que hace, como tal vez en algunos lados lo mío no lo fue… Dios quiera y me lo permita”.