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Por un conflicto en un campo, el “Domador de Caballos” denunció que le han matado animales

ACTUALIDAD. El problema es con una familia de Lincoln, se da en un predio rural cercano a General Lamadrid y ha llegado a juicio. Martín Ochoteco ha expuesto su situación también en las redes sociales. En diálogo con La Posta Radio, contó cómo se ha generado la problemática y cómo han sucedido los hechos. Además de la reciente muerte de una yegua, informó agresiones, aprietes, amenazas y hasta atentados que ha sufrido.

Martín Ochoteco es un hombre oriundo de Florentino Ameghino que ha trascendido con su trabajo en la serie “Domador de Caballos”, que se emitió para todo el mundo por la señal National Geographic. En ella muestra el arte de tranquilizar y de amansar a los equinos con una técnica poco tradicional, tanto en Argentina como en el exterior, ya que lo hace sin violencia y transmitiéndole paz al animal.

En las últimas semanas, un conflicto con una familia de Lincoln lo ha vuelto a poner en la escena. Pero, en este caso, por haber sido víctima de una serie de hechos que han incluido agresiones, aprietes, amenazas, atentados y la muerte de, al menos, una yegua y varios más lastimados.

Ochoteco dialogó con La Posta Radio y expuso su situación, desde el origen del problema hasta los recaudos que ha tenido que tomar. “He sufrido ataques desde hace mucho tiempo. Desde hace un año y medio, a los caballos. Pero a mí me quisieron intimidar desde hace un poco más de tiempo. Yo lo había mantenido en silencio, pero ya no daba para más, no tenía ganas de exponer este problema. Lo quise arreglar solo, acudí a la Justicia, me cajoneaban las cosas. El fiscal, muy arreglado también… Por suerte, lo sacaron, ya no está. Y tuve que recurrir a mostrar esto, que es un desastre que me tiene, aparte del daño, varado de hacer todo. En los últimos tres años, los ataques fueron constantes. Al final está la estrategia de alguna mente macabra de lastimar caballos, y la muerte de la última yegua de un tiro”, contó en el principio de la entrevista.

EL ORIGEN. “Yo estuve trabajando fuera del país durante quince años y hace tres años volví a quedarme después de la pandemia. Me instalé y había más de uno que estaba haciendo sus chanchullos en el campo o a los que no les convenía que yo estuviera”, relató.

En la misma línea añadió: “Yo a ellos los dejaba entrar ‘de onda’, y no es servidumbre de paso, porque ellos tienen entrada por atrás. Mi campo da a la ruta y el de ellos, no. Pero yo sé que hasta a sus propios amigos les han jurado que este campo era del suegro. La realidad es que, si alguien quiere venir, ver la entrada y los planos, el campo siempre fue de mi familia (de mi bisabuelo, primero, y de nosotros, ahora)”.

“Ellos, anteriormente, entraban por un campo que se llama ‘San Simón’, que queda sobre la ruta. ‘La Sortija’, nuestro campo, queda sobre la ruta. ‘Las Margaritas’ no queda sobre la ruta. Para ir a ‘Las Margaritas’, ellos entraban por ‘San Simón’. Le cortaron la entrada por ahí. Y a mí, que cuando era chico era muy amigo de los suegros, iba a caballo, me quedaba dos o tres días, me pareció mal que le hayan cerrado la entrada. Por eso hablé con mi papá y le pedí, por favor, que los dejáramos entrar por el campo. Solamente había que poner una tranquera. Entonces ésa era la entrada de ellos. Él quiso comprar ese sector. Ponía el precio él, quería exigir la compra y poner el precio. Pero nosotros le decíamos que pasara, que estaba todo bien”, repasó.

EL CONFLICTO. En otro tramo de la charla, Ochoteco detalló: “De repente, el empleado de ‘Las Margaritas’ (de los actuales inquilinos, no de ellos) me empiezan a robar. Me llevaron un potrillo, después lo tiraron; le habían sacado una lonja… ¡Una locura! Después me llevaron a mi mejor caballo, que metió una mano en un guardaganado y se mató. Después me llevaron otro padrillo. Si ellos me lo pedían, yo les regalaba el servicio. Pero se lo llevaron; lo tuve que ir a buscar, estaba todo lastimado. Y me salieron reclamando porque no había pedido permiso para ir a buscar mi caballo”.

“Ellos quisieron convencer a mi vieja de que yo era un tipo jodido y no los quería dejar entrar. Me fueron a filmar, y esa filmación se la mandaron a mi vieja. Y es una filmación que los perjudica más en el juicio, porque termina diciendo: ‘Vas a tener quilombo’. Y en la misma filmación el hijo, en dos tramos, se está riendo en plena filmación. De ahí les dije que no entraban más, cuando me vinieron a decir en mi casa que las cosas no pasaron”, informó.

Entonces continuó: “Les dije que, a partir de ese momento, ya no entraban más. Me habían hecho saltar un candado y, cuando fui a ver qué estaban haciendo, me golpearon entre los tres, me agarraron de los pelos, me pegaron piñas y patadas en la cabeza. Me pegaron, mínimo, diez o doce patadas en la cabeza, y no sé cuántas piñas… Logré zafar y pararme. Salieron todos corriendo. Venía el encargado con una piedra. Es increíble que por ese tema se haya llegado a esto”.

DENUNCIAS. Ante estos hechos, Ochoteco dijo: “Ellos salieron a hacer una denuncia. Yo también tuve que hacer la denuncia. Es la primera vez que hago una denuncia. Dieron vuelta todo. Le hicieron dar falso testimonio al encargado, que no sabe que ahora puede ir preso por falso testimonio. No lo dejan en el campo para que testifique”.

“Encima, les mandé a decir que a todo esto lo arreglen conmigo, porque mi viejo está con un problema de presión y mi vieja, con un problema cardíaco; que no los vayan a molestar. A los cinco minutos le estaban diciendo a mi vieja que, si no quería que le metan al hijo en la cárcel, más vale que les demos la entrada. Con ese tipo de gente, lamentablemente, me topé. Lo quise resolver bajo perfil, y la verdad es que es tan mañero y tan sucio, incluso con un fiscal que me jugaba en contra, y en un momento dije que, si no lo exponía, iba a terminar mal. Llamé a Fernando Burlando, le expliqué la situación y tuve que exponer el tema en las redes. Mucha gente no terminaba de entender cómo venía la mano, y ahora es un buen momento de exponerlo”, remarcó.

ATENTADOS. El “Domador de Caballos” también relató que le han baleado la casa del campo. “Cuando llegué, después de trabajar afuera, querían que me fuera. Y vinieron los aprietes hacia mí. He tenido varias discusiones de gente que mandaban, me dejaban la tranquera abierta y otras cosas. Después, un día me encontré con 17 tiros de un arma de gas comprimido (que no es un rifle de aire comprimido), que es capaz de agujerear una chapa. Fui con los balines a hacer la denuncia y me dijeron que no era arma de fuego, que no pasaba nada… Les dije que yo sabía quién tenía esa arma, que los llevaba hasta donde vivían; es un colombiano. Pues la policía salió para el otro lado. Evidentemente, hay instrucciones desde más arriba. Y dos veces me tiraron dos tiros con arma de fuego. En una oportunidad estaba con otras personas. Es una manera de actuar de los mafiosos, y desde arriba hacen la vista gorda o están prendidos”, puntualizó Ochoteco.

YEGUA MUERTA. En otro momento de la entrevista detalló otra situación que había terminado con la muerte de una yegua. “Le conté al encargado de un campo vecino el tema que está en este momento, de que Lombardo está preso por abuso sexual, un tema del que nadie quería hablar, o está tapado. Le dije que estaba con prisión domiciliaria; se destapó todo eso. Ahí, se ve que se volvió loco, porque yo conté eso, y lo conté porque es verdad. Y ahí vino un tiro que me mató una yegua”, dijo.

“Ellos tienen muchos contactos y tiraron toda la carne al asador para hacerme pedazos. Y yo me atrincheré, fui aguantando y aguantando, hasta que me fui organizando, y hoy en día no asimila que perdió”, consideró.

EL FINAL. En cuanto al desenlace, indicó: “Estamos en el final de un juicio. Yo ya acomodé varias cosas que estaban trabadas y que van a permitir que salga la verdad a la luz. Y ellos la van a tener complicada. Yo, por lo pronto, estoy en permanente contacto con Ameghino, poniendo guardias a mis viejos. Creo que están tan locos, que son capaces de hacer cualquier cosa. Tengo mis recaudos ahí. Tengo cámaras, alarma, todo. Yo tuve que poner cámaras, guardias. Incluso yo mismo salgo a la noche a vigilar. Pero el campo es grande, da todo a la ruta, es muy difícil, pero han sido constantes los ataques”.

“Es una situación que nunca me hubiese imaginado vivir. Yo me vine a instalar y a hacer un proyecto de doma sin violencia, y a hacer mi vida en el campo, nomás. No sé por qué a uno se le cruza este tipo de personajes que han hecho un daño terrible. Pero todo vuelve, y a ellos les está volviendo”, finalizó.