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“Música Del Interior” (MDI): el Shalaco Coplero

Felipe Benicio Corpos nació en el paraje La Loma, Departamento Figueroa, en plena región quichuista y shalaca.

En aquel agosto de 1935, su estrella iluminó la copla lírica y la luz de su destino forjó su camino en el arte nativo, convirtiéndose con el tiempo en el luchador, difusor, creador, escritor, poeta, coplero e historiador del nativismo santiagueño.

Su obra trasluce el puro sentimiento de su raza originaria, el quichua santiagueño, como lengua madre de sus ancestros; el paisaje agreste y breñoso de su tierra sufrida; el clamor sostenido de sus paisanos en la lucha diaria por sobrevivir; la recuperación de lugares y de pueblos históricos; el amor manifestado en la sencillez; y el puro interés que alguien es capaz de sentir por la mujer amada.

Felipe Corpos siempre pugnó por engrandecer y generar espacios para seguir sosteniendo y amplificando su lengua originaria.

Fundó con otros quichistas la audición radial “Alero quichua santiagueño” a finales de los ’60. Creó el programa radial “Domingos santiagueños”, al que produjo y condujo hasta el final de sus días. Tuvo activa participación en la grabación, la producción y la edición de las obras discográficas “Santiago del Estero desde sus coplas al país”. Integró la SADE, filial Santiago del Estero.

Fue uno de los ideólogos de soñar con edificar una casa donde el folclore pudiera ser expresado en todas sus manifestaciones. Dos años después de su muerte, pudo ser concretado ese sueño.

En su peregrinaje constante por el interior provincial, pudo relacionarse con el canto y la copla pura, silvestre. De esa manera logró identificarse con el acervo nativo e intrínsecamente unirse con ese sentimiento colectivo del santiagueño.

Felipe Corpos fue un coplero. Del amor que sentía por su tierra emergió el poeta lírico. Fue un hombre sensato y poseía una profunda sabiduría de cultura universal, cualidades que lo instalaron en el sendero de la inmortalidad.

No pudo, aquel fatídico 13 de diciembre de 1974, llevarse su gracia; menos, su obra, que en dúo autoral con músicos santiagueños, 50 años después, sigue siendo única, insuperable y eterna.

Por Miguel Coria.