“Música Del Interior” (MDI): Alfredo Eduardo Toledo
“Su destino fue ser un mansero”. Y así lo van a confirmar los que conocen su amplia trayectoria en el movimiento tradicionalista santiagueño y el arte musical nativo argentino.
Alfredo Eduardo Toledo, “Alito” para los amigos, es un prestigioso y consagrado cantautor santiagueño. Nació en La Banda, la ciudad más poetisa y cantora de la provincia, y en el barrio Banfield, su lugar, del que nunca se fue, adonde siempre regresa para beber la savia de su sangre cantora.
Siendo niño y alumno de la Escuela “Amadeo Jaques” (la primera escuela oficial en la historia bandeña), la guitarra, símbolo del criollismo argentino, fue su compañera inseparable. Pero había que conocer sus secretos y las ganas. Ello lo llevó a concurrir por unos años a la academia de guitarra de la profesora María Giménez (Marica), en la calle Urquiza de la ciudad de La Banda.
Pero tuvo un gran perfeccionamiento en el arte del instrumento cuando sus mayores lo enviaron al prestigioso e histórico guitarrista bandeño Pedro Aparicio Villalba, su vecino famoso. Él fue quien preparó profesionalmente al futuro músico y compositor bandeño.
“Apalo” lo hizo debutar en una peña organizada en la terraza del club Centro Recreativo y, a partir de ese momento, su camino tomó el rumbo que lo llevaría con los años a codearse con los más encumbrados músicos, cantores y poetas que brillaron en los años sesenta.
A principios de la década siguiente, junto con otros amigos músicos y cantores bandeños, fundó el conjunto Las Voces del Atardecer, logrando grabar un disco LP, producción hoy convertida en una joya de la música nativa.
Pero sus sueños de engrandecer la música y el canto cada vez se hacían más grandes, y, convertido en un músico y compositor profesional, le dio otro nombre a la historia musical folclórica: Los Quimsa. Con este proyecto se le abrieron muchas puertas en la huella cantora. Junto con los otros dos integrantes, Guilli Ocon y Mario “Musha” Carabajal, emigró a la Capital Federal, actuando en radio y TV, y en las prestigiosas peñas del circuito comercial porteño.
Allá, en la gran urbe, y después de un corto tiempo, un productor los juntó para una nueva formación de Los Manseros. Y allí comenzaron sus logros y prestigio en el ámbito nacional.
Sólo una tragedia truncó ese camino. En un accidente automovilístico sobre una ruta bonaerense murieron sus compañeros, siendo él el único sobreviviente de ese fatal accidente.
Ello lo trajo nuevamente a su tierra, a su ciudad, a su barrio bandeño. Y, luego de algún tiempo de andar cantando en peñas como solista, le llegó la gran propuesta. Los eternos Manseros Santiagueños, la gran agrupación pilar de nuestra música nativa, le ofrecía un lugar en su formación, ya entrados los años ochenta.
A partir de ese momento, su arte en la guitarra, su gran voz de cantor de la tierra y su talento como compositor le regalaron su impronta a la nueva etapa del consagrado cuarteto.
Su destino fue ser un Mansero Santiagueño. Y, a lo largo de los últimos años, le obsequió su arte a tan gloriosa agrupación de nuestra música nativa.
Alfredo Eduardo Toledo, “Alito”, cada año renueva la sangre cantora santiagueña. Desde hace más de cincuenta años les entrega a Santiago y el país su arte, su música y su prestigio de gran habitante de este suelo cantor.
Por Miguel Coria.