Columnistas

LITERARTE. Momento de lectura y reflexión

Hábitos de libertad

La libertad es una cosa compleja y confusa. La verdadera libertad no es simple ni sencilla. Se mueve liviana y es difícil reconocerla y conseguirla. Justamente por eso, por ser libertad no se dejará atrapar jamás.   Ella solo camina, no se siente perseguida o amenazada. Ella solo va. 

A la libertad no se la consigue, se la encuentra y ese encuentro con ella se da cuando, de vez en cuando,  uno camina a la par. Allí nos sabemos libres, cuando caminamos a su lado, cuando la miramos a los ojos,  cuando permitimos que esos ojos penetren nuestra alma. 

El problema lo tenemos cuando creemos que somos libres y que eso perdurará por siempre. Eso no será posible porque las cosas que hacen que nuestro cuerpo y alma vibren y resuenen con la libertad, son efímeras, son por un momento. No llegaremos a ser total y verdaderamente libres en esa vida, porque siempre estamos condicionados por algo o por alguien, por nosotros mismos. 

Por todo esto, lo fundamental, la gran revelación,  la enorme misión y tarea en esta vida, es llegar, al menos una vez, a mirar a la libertad a los ojos. Encontrarla en el camino y dejarnos encontrar por ella. Se producen, entonces, momentos de lucidez y nuestra inteligencia se manifiesta en solo identificarla y sacar el mejor provecho de ello; en no ser ilusos, ese encuentro no será de una vez para siempre, sino que ocurrirá esporádicamente, en la medida en que lo permitamos. Si nuestra voluntad y lucidez están iluminadas y si tomamos la decisión de caminar siendo libres, los encuentros serán más frecuentes y podremos caminar más livianos.

Por Melisa Rodríguez.