Columnistas

La memoria no se negocia

En un nuevo aniversario del golpe de estado de 1976, desde Linqueños por los Derechos Humanos reivindicamos la lucha de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos y repudiamos una vez más el golpe cívico-militar que instauró el terror y la muerte y decimos en voz alta NUNCA MÁS, fue un GENOCIDIO, fueron 30.000 Y 8 eran LINQUEÑOS.

El golpe del 24 de marzo no tuvo resistencia. Las organizaciones armadas estaban derrotadas. El sindicalismo combativo tenía sus principales dirigentes presos,

La dictadura fue parte de algo más grande, a nivel continental: el Plan Cóndor, que articulaba los gobiernos dictatoriales de gran parte de América latina.

No había ninguna necesidad de tomar el poder por la violencia, sólo porque tenían que aplicar su nefasto plan económico de saqueo y entrega del patrimonio nacional. Sabían que para avanzar era necesario eliminar a las personas que luchaban por una patria con justicia social y sabían también que con el miedo y la desinformación imponían el silencio a la mayoría de la sociedad . Queda bien claro que la dictadura no apuntó a una guerrilla armada sino a amedrentar a la sociedad.

Para imponer el plan sistemático de miseria planificada, la dictadura implementó el funcionamiento de centros clandestinos de detención, verdaderos campos de exterminio, de los cuales hay documentados 814.

Estatizaron la deuda privada que pagó el pueblo trabajador. Algo parecido a lo que sucede ahora.

La República Argentina es  referente internacional en materia justicia para con los represores, tanto a partir del Juicio a las cúpulas militares en 1985 como en los posteriores juicios a los genocidas, a quienes se les brindan todas las garantías que ellos negaron a los desaparecidos.

A la fecha existen 340 sentencias por crímenes de lesa humanidad, pero 8 de cada 10 condenados cumplen prisión domiciliaria, y muchas veces la violan.

Hoy seguimos reclamando que rompan el pacto de silencio y digan dónde están los desaparecidos y los nietos apropiados.

A 49 años  del último golpe genocida cívico-militar y con más de 41 años ininterrumpidos de democracia nos encontramos ante una fecha que simboliza mucho para quienes vivimos en Argentina. Una democracia que se fue construyendo con esfuerzo, entre todos y que supo de grandes avances y de algunos retrocesos. Pero que no se cuestionaba, como se hace ahora.

Avanzamos en el reconocimiento de nuevos derechos de minorías, de género, de respeto a las condiciones de memoria, verdad y justicia, de un Estado presente y solidario para con aquellos que menos oportunidades tienen.

A partir de 2015, pero más aún de diciembre de 2023 se produjo un cambio drástico en la forma en que el estado visualiza la política de derechos humanos y el manejo general de la cosa pública. Despidos masivos de trabajadores estatales, desmembramiento de organismos públicos de ciencia y técnica, de salud y educación y de derechos humanos, negación de medicamentos a pacientes oncológicos, disciplinamiento social a través de la pauperización salarial, ensañamiento y represión a jubilados, son una muestra de las acciones que el estado lleva adelante.

Aparece nuevamente el enemigo interno, como en la dictadura: el otro que piensa diferente y al que hay que desaparecer. Destruir a la oposición para poder implementar la miseria planificada.

Para no repetir la Historia, debemos contarle lo sucedido a las nuevas generaciones. Hoy más que nunca, los derechos se defienden en la calle.

No es real la teoría de los dos demonios, es sólo el Estado el que comete crímenes aberrantes. De allí la imperiosa necesidad de justicia para lograr el castigo a los represores, violadores, asesinos y ladrones de niños.

Los que niegan la memoria tienen un solo objetivo que es repetir la historia.

Quieren borrar de la memoria a los 30.000 desaparecidos, por eso buscan vaciar e invisibilizar los sitios de la memoria, ex centros clandestinos de detención.

Ese negacionismo llega a desconocer los derechos más elementales, como es el derecho a la protesta. Pero la memoria no se puede silenciar a palos. La masiva movilización del lunes pasado contra este gobierno negador, con banderas que nos recuerdan a los 30.000 desaparecidos, y a la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, es una muestra de ello.

Fue genocidio

Fueron 30000 y 8 eran linqueños.

Por Agrupación “Linqueños por los Derechos Humanos”.