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La comunicación cooperativa, un gran desafío

La comunicación es un concepto que va mucho más allá del esquema básico tradicional de emisor-mensaje-receptor. Es el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, y resulta un factor fundamental en la consolidación y el desarrollo de nuestras democracias, como también en la garantía y la promoción de los demás derechos humanos.

Durante varias décadas, los organismos internacionales impulsaron medidas a favor de evitar las prácticas de censura que ejercían los Estados y recomendaron modificaciones legislativas para garantizar el pleno ejercicio del derecho a la comunicación.

Estos mismos han manifestado una creciente preocupación por los procesos que se repiten en todos los países de América Latina, donde la concentración de la propiedad de medios de comunicación radica en pocos pero grandes grupos empresarios, que, lejos de cumplir el rol de comunicar, sólo los utilizan para manipular la información en función de sus propios intereses políticos y económicos.

Existe una grave preocupación en distintos sectores de la sociedad civil en relación con el impacto que el fenómeno de la concentración en la propiedad de los medios de comunicación puede representar para garantizar el pluralismo como uno de los elementos esenciales de la libertad de expresión.

En la Argentina, luego de casi tres décadas de movilizaciones y reclamos de los distintos actores de la sociedad, lucha en la que el sector fue protagonista, en 2009 se sancionó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que derogó la vieja Ley de Radiodifusión (impuesta en la última dictadura militar) y otras resoluciones que impedían que las empresas de la economía solidaria accedieran a un medio audiovisual.

La normativa contempla que las organizaciones sin fines de lucro pueden acceder hasta al 33% de las licencias de radio y televisión. Desde entonces, han nacido nuevos medios gestionados por mutuales y cooperativas de trabajo o servicios públicos. Otros, que ya eran cooperativos en su modo de organización, pudieron abandonar las formas societarias que no los representaban, pero que les permitían subsistir.

En el continente americano son pocos los medios de comunicación gestionados por cooperativas. Frente a los grandes grupos de medios que manejan la información, se contrapone como alternativa la aparición de radios, periódicos y algunos canales de televisión “comunitarios” o “universitarios”.

El sector de la economía solidaria se enfrenta al desafío de trabajar sobre una política comunicacional eficiente, que impulse la creación de medios cooperativos o mutuales, para promover su modelo, inculcar los principios y valores, formar sus propios comunicadores, instalar su marca cooperativa, y dar a conocer la variedad de los productos que fabrica y los servicios que brinda a la comunidad.

En un momento histórico en el que la comunicación y las nuevas tecnologías determinan gustos, hábitos, consumos, formas de vida y tendencias políticas, cabe preguntarse cuál será el rol que desempeñe la Economía Solidaria. Es tiempo de asumirlo; el desafío está planteado.