Javier Olaberría presentó su nuevo libro
EN EL “PORTA PÍA”. El escritor linqueño lanzó su trabajo, basado en su estadía en Irlanda y titulado “Manuscritos grabados a base de Motorola en los confines de la isla Esmeralda”. “Trata sobre lo que yo interpreté de un país, de una cultura, de la gente a la que iba conociendo, de mi experiencia, de mi alegría, de mi melancolía”, dijo.
El domingo, el escritor linqueño Javier Olaberría presentó su segundo libro, “Manuscritos grabados a base de Motorola en los confines de la isla Esmeralda”, con una conferencia brindada en la sala del Cine Teatro “Porta Pía”.
Se trata de un trabajo en el que el autor relata sus vivencias en Irlanda, país en el que había residido poco más de dos años atrás.
En ese marco, y respecto del evento, dijo: “Fue muy lindo y emocionante. Nos acompañó la gente irlandesa de Lincoln, que, a su vez, está vinculada con toda la colectividad irlandesa de Argentina, y fue muy lindo. Me acompañó Alejandra Ramos, que me hizo de soporte, porque tal vez es algo extraño presentar un libro que, además, tiene que ver con una cultura distinta de la nuestra”.
En cuanto al desarrollo de su obra, el escritor indicó: “No quise ‘spoillear’ el libro, porque la idea es que la gente lo lea, pero trata de un momento en el que yo me había ido a vivir, hace dos años, a Irlanda. Tenía pensado quedarme más tiempo y hacer un libro de viajero, no solamente de Irlanda, sino de otros lugares, en países escandinavos y demás… Pero la pandemia me bloqueó e hizo que lo que tenía pensado quedara a medias, aunque en realidad ya había escrito bastante, y está en el libro que presenté el domingo”.
“Hace tres años, ya había presentado un libro. Y, si bien pueden tener un estilo parecido (porque es mi forma de escribir), éste es un libro más de viajero. El otro era de relatos cortos sobre pequeñas cosas que me pasaban en Buenos Aires o en Lincoln, bizarras o interesantes. Éste es un libro sobre lo que yo interpreté de un país, de una cultura, de la gente a la que iba conociendo, de mi experiencia, de mi alegría, de mi melancolía, canalizado a través de la escritura. Hasta que acumulé ciertas crónicas y las junté en el libro. Se podría decir que es una novela, pero la palabra novela es muy grande. Por eso no me atreví a decir que era una novela. Sí es un conjunto de crónicas que pueden tomar esa forma y siguen un correlato”, agregó.
En el mismo sentido sostuvo: “Es como si fuese mi vida allá. No es que tenga una tragedia, como cualquier novela. Pero sí puede tener algunos altibajos, porque el país y yo somos los protagonistas, junto con la gente a la que iba conociendo. Y hay momentos en los que el lector puede pensar ‘¡Cómo la peleó en esto!’ o ‘¡Qué bueno que se haya divertido con alguna otra cosa!’. Cuando ven a un personaje de novela y se encariñan, ojalá se encariñen conmigo. Es un libro más de viajero. Cuento las cosas maravillosas que veía y momentos difíciles que he pasado. También tiene momentos que, para mí, son divertidos, algunos desopilantes y otros melancólicos”.
“Isla Esmeralda es como le llaman a Irlanda, por el color. Y Motorola es porque lo escribí, en el 80%, con un teléfono bastante precario, pero me sirvió para hacerlo. Yo me sentaba frente al mar irlandés y, por ejemplo, de la bronca por haber discutido con un empleador, me ponía a escribir en el teléfono. Y es eso…”, repasó Olaberría.
El libro relata la historia vivida por su autor y cuenta, con su estilo y su modo de ver, distintas vivencias, sin espacio para la ficción, salvo en aisladas analogías. “Fantasía, prácticamente no hay, salvo en algún momento en el que pude hacer una relación entre lo que me estaba pasando con algo imaginativo. Pero ésa es la única parte ficticia que se podría encontrar. Es todo una autobiografía de mi viaje, en la que quizás el país o lo que iba viendo es más protagonista que yo”, reveló.
Olaberría también valoró la importancia de haber presentado su obra en un recinto como el Cine Teatro “Porta Pía”. Al respecto dijo: “La secretaría de Cultura me ayudó mucho, primero, en el tema del distanciamiento. Esperé durante tres o cuatro meses. Aguardé que dieran un espacio y, de golpe, me dijeron que me daban el Cine Teatro ‘Porta Pía’. Yo hice un paralelismo entre lo que fue la presentación del sinfónico de Cerati en el teatro ‘Colón’. Yo hago el paralelismo, y el ‘Porta Pía’ es como el ‘Colón’ de Lincoln. Entonces, ahí me sentí un cuasi Cerati linqueño, presentando lo poco que yo puedo presentar”.
Finalmente, el autor destacó el trabajo realizado por un artista linqueño en el diseño de la tapa. “Otra vez es de Juan Gregorio Hauciartz. Es el mismo dibujante y artista que me hizo la tapa del otro libro. Se ha hecho muy popular porque es muy talentoso. Lo hizo en base a una foto real. La ‘rompió’ con el dibujo. Le mandé la foto, la caricaturizó y quedó muy linda. La tapa es lo primero que atrapa en el libro”, concluyó Olaberría.