Columnistas

Gaza muere de hambre, sed y olvido, en silencio

Reproducimos un texto que circula en las redes denunciando la situación en Gaza.

“Gaza no muere solo bajo las bombas. Gaza muere lentamente, día a día, hora a hora, de hambre, de sed, de enfermedades curables. Muere bajo el asedio criminal de un régimen que ha convertido cada necesidad básica en un arma de guerra. Muere con la complicidad de un mundo que permite que, en pleno siglo XXI, más de dos millones de personas sean empujadas al exterminio, no solo por el fuego, sino también por el hambre inducida.

El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas ha dado la alarma: se han agotado los alimentos. No hay más reservas. No hay cómo abastecer a la población palestina, porque el ejército israelí impide la entrada de suministros esenciales. Camiones con comida son bombardeados, retenidos, saqueados o simplemente bloqueados.

En los hospitales, ya sin medicinas ni electricidad, la muerte por desnutrición se mezcla con la muerte por infecciones tratables. Las enfermedades más comunes -neumonía, infecciones de piel, fiebre tifoidea, gastroenteritis- se vuelven mortales, no porque no tengan cura, sino porque Israel ha convertido la sanidad en un objetivo militar.

El hambre en Gaza no es una consecuencia colateral; el hambre es una estrategia. Es parte de un plan de castigo colectivo que viola todas las leyes internacionales y que, sin embargo, se tolera.

La Convención de Ginebra lo prohíbe. El derecho internacional humanitario lo prohíbe. El sentido común y la moral básica lo prohíben.

Pero los Gobiernos occidentales siguen manteniendo relaciones con el régimen que impone este asedio.

No estamos ante un ‘conflicto’. Estamos ante un crimen sistemático que utiliza el hambre como herramienta de exterminio. Un pueblo entero está siendo llevado a la inanición. Gaza es hoy la imagen de una humanidad fracasada: una humanidad que contempla impasible cómo se mueren niños por falta de pan y agua, mientras sus dirigentes cierran acuerdos de cooperación con sus asesinos.

Y, cuando el Programa Mundial de Alimentos dice que ya no puede alimentar a Gaza, no solo está hablando de la gravedad de la crisis: está emitiendo un grito de auxilio. Un grito que interpela a todos los Gobiernos, a todas las sociedades, a todos nosotros.

La responsabilidad es política. La respuesta también debe serlo”.

Por “Linqueños por los Derechos Humanos”.