Columnistas

Dijimos que nunca más

En la plaza San Martín de Morón, localidad de donde es oriundo el rapero Milo J, cientos de jóvenes se reunieron para manifestarse en contra de la suspensión y la censura del recital y la presentación de su álbum en la ESMA, ordenada por el Gobierno de Javier Milei.

Luego marcharon al Centro Clandestino de detención Mansión Seré -dependiente de la Fuerza Aérea-, donde estuvieron secuestradas centenares de personas, bajo el lema “Dijimos que Nunca Más” en señal de protesta por lo ocurrido y en apoyo al rapero mencionado.

La abuela de Milo se llamaba Nélida Beatriz Pereyra. En 2016, la mamá y manager de Milo, Aldana Ríos, le escribió una carta a la directora de la Escuela N° 108 de Morón porque el entonces intendente, Ramiro Tagliaferro, había decidido organizar el acto por el Día de la Bandera en la Base Aérea de Morón, un centro clandestino.

La carta decía: “Me dirijo a usted a fines de que arbitre los medios necesarios para que mi hijo Camilo Villaruel, nieto de Nélida Beatriz Pereyra, víctima del terrorismo de Estado en 1979, secuestrada, desaparecida y luego pasada a disposición del PEN en 1981. Fallecida a causa de torturas y vejámenes sufridos en su detención ilegal. Usted entenderá que tal situación familiar impide acompañar la NEFASTA decisión del Gobierno municipal de prometer la bandera en un ex centro clandestino. Usted tiene un alumno en su escuela cuya abuela pasó y fue torturada en el mismo lugar donde hoy debería prometer fidelidad a la bandera. Le pido no lo permita, le pido que sea una buena docente y eduque con memoria”.

Milo surgió con tan sólo 14 años de una comunidad de artistas emergentes que reúne a productores, cantantes y grafiteros, entre otros.

El álbum motivo de censura contenía material que atraería a los chicos que no conocían lo ocurrido en la ESMA. El show no se pudo dar, pero muchos de ellos recorrieron igual el predio, y habrán llegado a la casa y preguntado a sus familiares qué era lo que había pasado en ese paradigmático lugar.

Los jóvenes que marcharon a la Mansión Seré fueron recibidos por Aimé Ereñú, militante de Hijos y de Abuelas de Plaza de Mayo, hija de sobrevivientes y quien además busca un primo nacido en cautiverio. Les explica el lugar donde están, que por allí pasaron un centenar de personas secuestradas y que hubo cuatro de ellas que se fugaron. Además les dice que (…) “la memoria es un derecho humano, no una política partidaria. La memoria es lo único que nos va a permitir detectar a lo que dijimos Nunca Más. A la censura, a la desaparición, a la muerte. No se trata de una bandera política; se trata de derechos (…)”.

Aimé agradeció por la marcha y la convocatoria. Les jóvenes también agradecieron y aplaudieron. Luego se juntaron en ronda a cantar las canciones de Milo, se sacaron una foto, todes sonrientes, y cantaban para que no haya dudas: “Nunca Más”.

Les jóvenes desafiaron la orden de los promotores del olvido y el negacionismo, transformando la censura del acto en la ESMA en un acto de concientización en defensa de la verdad, la memoria y la justicia.

Por “Linqueños por los Derechos Humanos”.