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Conmoción en la región: pueblada en Pinto, tras el crimen de un joven de 22 años

HOMICIDIO. Luego de la muerte de Patricio Pacheco a manos de un delincuente que estaba en libertad (pese a tener 39 causas penales), la comunidad salió a la calle y, en medio de una multitudinaria marcha, se generaron disturbios frente a la vivienda del imputado y en la comisaría.

El crimen de un joven de 22 años, identificado como Patricio Pacheco, desató una pueblada en General Pinto, donde vecinos y vecinas de la comunidad marcharon pidiendo justicia, en un recorrido que tuvo sus puntos más sensibles frente a la casa del imputado, la cual fue incendiada, y delante de la comisaría, donde se generaron serios incidentes.

Todo comenzó por la madrugada, cuando, aproximadamente a las 6:30 horas, un sujeto de 21 años, con un frondoso prontuario, atacó a Pacheco y lo hirió gravemente con un arma blanca.

Ocurrió en la calle Villegas, entre Mitre y San Martín, después de que la víctima regresara de una fiesta en Germania a bordo de una combi. Cuando descendió del vehículo, Leonel Sancho (de 21 años) llegó al lugar en moto y lo atacó, habiéndole provocado la herida que posteriormente le causaría la muerte.

Sancho huyó del lugar en su motocicleta y, a unos 1.500 metros, descartó el cuchillo. Por su parte, la víctima fue trasladada al hospital municipal, donde fue intervenida de urgencia, pero finalmente falleció a raíz de la gravedad de la herida.

Sancho, que además está imputado en otras 39 causas penales, fue capturado rápidamente por la policía, y los uniformados realizaron un rastrillaje para intentar hallar el arma homicida, lo que consiguieron minutos más tarde.

El agresor fue alojado, primeramente, en la comisaría local, aunque después fue reubicado en una seccional de la zona, habiendo quedado, además, a disposición de la fiscalía de turno del Departamento Judicial de Junín.

MARCHA. En el curso de la mañana y durante las primeras horas de la tarde se vieron, a través de las redes sociales, el dolor de familiares y amigos, y también la bronca y la indignación de una gran parte de la comunidad.

El asesino debía estar preso. Sin embargo, la Justicia había permitido que siguiera en libertad, habiendo delinquido éste contra la propiedad -en algunos casos-, incitando a la pelea y amenazando, entre otros delitos.

El último fue el peor. Mató a un chico con toda la vida por delante. Un joven que ya no podrá pedir justicia.

Con el curso de las horas, empezó a organizarse una marcha para el mismo sábado por la tarde y, luego, la convocatoria se hizo masiva.

Familiares y amigos de Pacheco, acompañados por centenares de vecinos, caminaron por la avenida Mitre con un profundo pedido de justicia. Cuando la columna pasó por la comisaría, se generaron algunos incidentes, los cuales, al principio, no pasaron a mayores.

A continuación, la marcha se dirigió a la casa de Sancho, una vivienda semidestruida que funcionaba a modo de aguantadero. Los vecinos atacaron el lugar y encendieron fuego en el interior. Al haber arribado los Bomberos, la misma gente impidió que se acercaran al sitio, por lo que el incendio destruyó prácticamente por completo la vivienda.

Desde allí, la manifestación retornó al centro de General Pinto, y el epicentro volvió a ser la comisaría, que a esa altura ya estaba custodiada por un grupo de choque de la fuerza. Allí se originaron serios incidentes, que incluyeron las roturas de vidrios de las ventanas de la comisaría y dependencias municipales, y hasta el intento de incendiar una oficina de la sede policial. En contrapartida, la policía respondió con gases lacrimógenos y postas de goma para intentar disipar los disturbios.

Después de varios minutos de piedrazos, detonaciones y gases, los manifestantes se fueron alejando, y, de a poco, la situación de tensión se fue calmando.

General Pinto ha quedado con una gran herida, provocada por el lento accionar de la Justicia, que no había contenido a un delincuente con 39 causas, quien seguía generando incidentes y disturbios, que terminaron de la peor forma: con una muerte inocente.