Carta abierta: hostigamiento, violencia y elecciones
Escribe Daniela Diez.
Desde hace un tiempo vengo recibiendo hostigamientos públicos y privados de un funcionario público, concejal de “Unión por la Patria”. Hasta este momento no lo había nombrado en ningún lugar, pero ayer ocurrió un hecho desagradable en una escuela a la que fui a hacer mi trabajo como comunicadora.
El concejal Pablo Stola, electo para que cumpla la función para la cual la ciudadanía linqueña, con su voto, lo eligió (que sería gestionar y velar por los intereses del pueblo), se dedicó a insultarme públicamente una vez más.
El concejal me reclama que el medio de comunicación en el que trabajo y al que administro no hace lo que él supone o quiere. No sabía que, además de ser funcionario, sabía de periodismo.
Nos acusa a un compañero y a mí de cobrar sobres extra del Estado municipal. Es como dice el refrán, “el ladrón cree que son todos de su misma condición”. No todos adornan con billetes, como están acostumbradas a hacer algunas personas llamadas “honestas”.
Al concejal también le molestó que mis hijos salieran a defenderme. Son mis hijos; es obvio que, si atacan a su madre, van a defenderla como sea. ¡Lástima que él no corra con la misma suerte!
La pregunta que hago es por qué increpa a algunas personas. Es que, dicho sea de paso, no soy la primera, ya que me he enterado de varias mujeres a las que hostiga y violenta por privado. Sin ir más lejos, una concejala tuvo que irse de este hermoso pueblo. Pero volvamos atrás… Si él insulta, está bien; pero, si lo insultan a él, está mal y ponemos en riesgo a su familia. ¿Y mi familia, qué? ¿No cuenta? ¿O no tengo familia yo?
Me he dedicado durante todo este tiempo desde que ingresé a La Posta a trabajar, capacitarme y gestionar para que mi ámbito laboral siga estando en pie. No voy a permitir que este señor, que cree tener la vaca atada, impune, me patotee delante de la gente. Fue invitado varias veces a reunirnos para hablar personalmente, pero se ve que me tiene miedo.
Como todo machirulo, en público somos todos machos; en privado no se animan. Con las mujeres sí. No he visto que increpara a hombres. “Es tonto, pero no come vidrios”, dice el dicho.
Ya le expliqué que no fui a la misma escuela que él y que yo sí tengo convicciones claras. No me vendo por “contratos” ni tengo militancia paga, como algunos. Yo sí puedo demostrar que trabajo todos los días y que me llaman desde distintos espacios para ocupar lugares. Se ve que mi pensar tiene más capacidad que el del concejal.
En la escuela a la que va este personaje, parece que le enseñan a violentar, maltratar y patotear a toda aquella persona que no opine lo mismo que ellos. Lamentable es que tengamos que tener representantes del pueblo de este tenor.
No avalo la violencia de ninguna manera. Sé perfectamente lo que es sufrir violencia de género. Nadie me lo contó. Pienso que personas que tienen denuncias por violencia no deben ejercer cargos públicos en ningún ámbito del Estado. Y, cuando digo nadie, es nadie.
Hice este descargo público por pedido de mi abogado. Tuve que acudir a la Justicia. Acosar y hostigar a una trabajadora de la comunicación y mujer tiene su complejidad.
Les agradezco a mi familia, por el aguante y por tener que leer estas incoherencias nefastas; a mi grupo de amigos, esa banda que me aguanta el corazón; al grupo de cooperativistas, que sin dudarlo me apoyaron; a mis compañeros colegas de periodismo, por solidarizarse inmediatamente; y a los funcionarios públicos, que me brindaron su apoyo incondicional.
PD: Por gente como ésta, el justicialismo pierde las elecciones (dicho por varios compañeros y compañeras que no los apoyaron). A pensar, que es gratis.