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Alfajores “Riko’s”: “Usamos todos productos de primera calidad y a todo lo hacemos entre todos”

EMPRENDIMIENTO. Desde hace casi treinta años, Cepadis incorporó el taller a sus actividades diarias y enseguida sus elaboraciones se convirtieron en una marca registrada. Hoy trabajan en un espacio donde se cumplen todas las medidas necesarias para llevarles a sus clientes un sabor único y característico.

La Posta visitó la fábrica de alfajores “Riko’s”, que funciona en Cepadis, institución que está celebrando sus 40 años de trabajo con las personas con discapacidad.

En este marco, quienes allí concurren y se desempeñan mostraron su taller de elaboración, contaron cómo es el proceso y manifestaron sus sensaciones respecto de la tarea que desarrollan.

Virginia De Bórtoli es la docente que está a cargo del taller de alfajores y contó el proceso cotidiano del trabajo. “Apenas ingresamos, a las 7:30 horas, nos ponemos los delantales, nos lavamos las manos, limpiamos todos los utensilios a utilizar y empezamos con el preparado de la masa. Usamos todos productos de primera calidad y tratamos de que a todo lo hagamos entre todos. Una vez que la masa está lista, comenzamos a amasar con el estirado y cortamos las tapitas de alfajores que tienen una medida determinada. Después hacemos rosquitas, alfajores chiquitos. Una vez que ya estén todas las tapitas hechas, las ponemos en placas y al horno”, pormenorizó.

En la misma línea contó: “Tenemos diez personas en el taller, porque por el espacio físico no podemos tener más. A veces, en bolsas, son un poquito más. La idea es que se vayan turnando por días. Algunos vienen más días porque también es según el interés y los gustos”.

Continuando el proceso de trabajo, De Bórtoli expresó: “Sacamos las tapitas del horno, esperamos que se enfríen y empezamos a armar. La mayoría arma, otros pasan por coco y sí, lo que saben es que no hay que mezquinarle dulce de leche. Eso es lo más importante”.

“A eso lo hacemos casi todos los días, según los pedidos que tenemos. Y, si no, tenemos para la venta al público acá, en nuestro local, y una vez por semana salen a vender a la calle. Preparamos un carro lleno de nuestros productos y salen tres personas a elección, los que ellos quieran, y andan por todos lados vendiendo”, explicó.

En otro pasaje recordó: “Ya hace como treinta años que se hacen los alfajores. Primero se hicieron fideos; después, galletitas. Hubo varios productos antes hasta que quedara el alfajor. En un momento creo que era el alfajor artesanal de maicena de Lincoln. Hoy ya tenemos más competencia”.

En cuanto a su labor, De Bórtoli repasó: “Yo soy maestra especial. Cuando empecé, estaba estudiando todavía. Pero no soy cocinera; aprendí a hacer alfajores acá, en el taller. Ellos se encargaron de enseñarme todo, porque hay muchos que están desde que empezó Cepadis. Son los que la tienen más clara”.

“Lo que vendemos en el taller es todo para la institución, porque somos una institución privada, pero también los trabajadores cobran por el Banco Provincia y el Banco Nación. Y, además, desde el taller se les da un plus de peculio para lo que se deben cumplir ciertos requisitos. Ponemos una nota y, según eso, es el dinero que van a cobrar”, añadió.

Finalmente, dijo: “Tenemos que tener en cuenta que no solamente es la producción nuestro taller, sino que los concurrentes también tienen otras actividades recreativas y terapéuticas. Nosotros trabajamos en todo, no solamente en lo laboral. Entonces eso también nos impide que tengamos continuidad en la elaboración. Por suerte, estamos muy bien”.

“Llevó tiempo tener el taller que tenemos hoy, pero, gracias a donaciones y a nuestro trabajo, hoy tenemos un espacio que cuenta con el registro del establecimiento y está en condiciones de trabajar tranquilamente. De trabajar y seguir creciendo”, subrayó.

TESTIMONIOS. Algunos de los concurrentes a la institución, quienes forman parte del taller de alfajores, se animaron a hablar con La Posta. Tomás, por ejemplo, contó: “Llevo tres años trabajando con los chicos. Amaso, armo, sello y marco los alfajores. Me gusta mucho estar acá”.

“Hago bolsas, tengo taller de bolsas los martes y los jueves; y los lunes y los viernes, acá, en los alfajores. Me gusta la familia que tengo acá en Cepadis. Hay buenos chicos que son como mi familia, a los que quiero mucho”, agregó.

Por su parte, Susana Luján Díaz dijo: “Hace veinticuatro años que estoy acá. Empezamos con Fernanda Galante; después, con Sandra; y después, con Virginia. Y ahí empezamos la historia de los fideos, fideos caseros con Fernanda. Y empezamos a hacer, también, masitas de limón. Ahí fue cuando llegaron los talleres de alfajores. 

Teníamos que buscar un nombre como para ponerles a los alfajores. Entonces yo dije lo de poner ‘alfajores ricos’ y ahí quedó el nombre (‘Riko’s’). Empezamos con los talleres de alfajores y ahora, con Virginia, hacemos alfajorcitos grandes, chocolate blanco, chocolate negro, rosquitas con chocolate, con maní crocante. Hacemos los chiquititos para los pedidos para cumpleaños y para regalar, y también hacemos conitos”.

Otro de los testimonios fue el de Tomás Mártire, quien se está despidiendo del taller porque se va a vivir a otra ciudad. “Me siento muy feliz amasando y cortando. Pasé tres años viviendo acá, pero ahora me voy a mudar a Chivilcoy, así que voy a extrañar mucho a este grupo”, dijo.