Cuando la muerte nos sorprende…
Cuando la muerte nos sorprende, ¿cómo hago con mis hijos? ¿Cómo se los digo? ¿Qué les digo?
La vida nos toma por sorpresa muy a menudo y la muerte es un acontecimiento más de ello, de la finitud nuestra en la Tierra.
Los niños experimentan estos acontecimientos distinto de los adultos, vivencian y construyen lo que nosotros les transmitimos, les contamos y ven.
Sin dudas la muerte de personas muy cercanas, incluso de mascotas, es un quiebre, un antes y un después, por la intensidad, potencia y proximidad del vínculo. Por ello algunas sugerencias para estos momentos:
[ ] Contarles la verdad de lo sucedido, “se murió”. Los detalles no son necesarios ahora, pero sí decir la verdad, sin esconder u ocultar.
[ ] Ante las preguntas, contar siempre la verdad: “No va a volver”. Pero podemos decirles: “Siempre estará en nuestro corazón” (y lo que cada familia crea respecto a su religión).
[ ] Dejar llorar, si lo necesitan; acompañar el momento. Es importante que puedan expresarse.
[ ] Llorar nosotros, adultos. Permitirnos que nos vean. No les hacemos mal; al contrario, los habilitamos a ellos a hacerlo también si lo desean.
[ ] No obligarlos a concurrir al velatorio. Podemos hacer luego en casa una despedida simbólica, prender juntos una velita, preparar flores si así lo desean.
[ ] Abrazarnos fuerte y estar juntos. Permitirnos llorar en familia el tiempo que sea necesario, hablar de quien ya no está y recordar momentos.
Los duelos son procesos donde los días se hacen largos y la ausencia se hace cada día más presente.
Los niños no saben bien de qué se trata, no saben bien qué pasó, no entienden la finitud como los adultos. Y, dependiendo de cómo vivenciemos nosotros esos momentos, es como lo vivenciarán ellos también.
Por eso es importante apoyarse en la red emocional que siempre sostiene y buscar ayuda si así lo sentís.
A Lauri, Fer y Juli
Por Cecilia Liberto.