LITERARTE. Momento de lectura y reflexión
La tarea de deconstuirse nos asemeja bastante a la actividad forense, si en parábolas hablamos.
Se desentierran cadáveres, se exhuman los restos y en algunas oportunidades, según el tiempo de muerte de los mismos, pueden realizarse autopsias.
Estómago duro es con el que cuentan los que se dedican a estas tareas, para algunos desagradables, para otros, apasionante.
Estos sujetos buscan cosas, indicios, pistas, algo que los lleve a la verdad de algo. Con suerte llegan a la totalidad de su objetivo, y si acaso no lo logran, al menos habrán encontrado ciertas respuestas, al menos algunas que hacen que no estén parados en el mismo lugar de antes.
Cuando decidimos deconstruirnos no lo hacemos por hobbie, solo por aficionados, lo hacemos por necesidad, porque no hay otra opción, porque cuando se llega a un punto determinado del camino, si no lo hacemos, de una manera u otra, no podemos continuar, porque ya no somos dueños de nosotros mismos en esa instancia.
Sísifo, no elegía cargar la piedra cuesta arriba una y otra vez, ese era un destino que se le había impuesto. Sísifo, no era dueño de sí mismo, su vida y su muerte e incluso, su muerte en vida, eran voluntad de los dioses.
Nosotros sí podemos elegir.
Nosotros somos nuestras decisiones.
Nosotros podemos deconstruirnos, registrando patrones que nos llevan a ser autómatas.
Nosotros sí podemos mirar la piedra y preguntarnos qué estamos cargando y por qué lo estamos haciendo y podemos decidir qué hacer con ella.
Pero para eso hay que despertar. Y para despertar hay que dejar de querer seguir dormidos.
Por Melisa Rodríguez.