Deportes

I’m SAD

El club es de los socios, quienes pagan mensualmente su cuota y contribuyen a que funcione. De quienes comparten su tiempo con su familia en alguno de los quinchos de las instalaciones para juntarse. De quienes acompañan a los equipos de las disciplinas deportivas que ellos practican, o algún familiar, o amigo que participan.

De quienes aman a su club como su hogar, porque es parte de su vida e identidad. Porque el deporte en Argentina se practica con pasión y responsabilidad.

Para quienes nos criamos y formamos en clubes como asociaciones civiles sin fines de lucro, vivimos y dejamos parte de nuestra historia de vida en estas instituciones.

El contexto económico de ultracapitalismo pretende absorber esta condición, que es nuestra cultura, y permitir que un árabe, un magnate o cualquiera pueda comprar y vender los clubes, y configurarlos en empresas en las que sólo importa la rentabilidad de sus intereses.

En los clubes argentinos, los socios votan cada cuatro años al presidente que los representa, y lleva el control de la política y de la economía, priorizando la estabilidad y el crecimiento de la institución sobre todo.

Acá se genera, efectiva y felizmente, una mixtura entre el capital privado y el público, cuando las empresas aportan sponsors en publicidad y marketing, entre otros ingresos que puede tener el club.

La hipotética llegada de un jeque árabe (City Football Group, dueño del Manchester City, ya mostró intereses en algunos clubes argentinos), que desconoce la historia y la vida del club que podría llegar a adquirir, ignora todo el mundo que en él habita. Le quitaría la potestad al patrimonio de los socios, al hincha que va todos los partidos, aportando de su bolsillo, con amor y pasión, a la institución.

El presidente Javier Milei, quien impulsa esta lógica y abre las puertas a las Sociedades Anónimas Deportivas, mostró la alineación de la Selección Argentina que disputaba la final de la Copa América 2024, aludiendo a que todos juegan en clubes SAD. Obsérvese que no los menciona como clubes atléticos. Si lo hiciera, tendría que mostrar en los que crecieron y se formaron los jugadores. Y esto se le presentaría como una evidencia del nivel que pueden alcanzar estas instituciones en formación y acompañamiento en el crecimiento de estrellas mundiales.

Podríamos hacer el análisis a la inversa. ¿Cuántas estrellas de este nivel han sacado los cuadros de SAD que menciona el Presidente? Y esto solamente en fútbol, sin aludir a todas las actividades deportivas que se practican, y hasta los espacios pedagógicos y/o de contención que algunos implementan.

La discusión puede ser larga y tediosa, pero habría que superar la etapa del fingir, y afrontar el tema con conciencia y responsabilidad.

Por Joaquín Zicuela Giorgi.