Columnistas

LITERARTE. Momento de lectura y reflexión.

Melisa Rodríguez tiene 39 años. Nació en Lincoln y vive aquí con sus dos hijos. Es artista, bailarina, actriz, escritora y profesora de Lengua y Literatura. Forma parte del grupo de la Compañía de Artes Escénicas “PO. Arte Con Piel Original”, en la que, junto con Mariela Sanín y todo su equipo, desarrolló su trayectoria artística desde pequeña.

Publicó su primer libro “Cada parte de mis partes” en noviembre de 2021 y actualmente se encuentra trabajando en su próximo proyecto literario.

El hombre luz

Todo estaba tranquilo esa noche, los búhos no ululaban, las lechuzas no sobrevolaban. Los grillos no cantaban, los perros no ladraban. Todo estaba tranquilo esa noche, solo una brisa alteraba las hojas del sauce, las hacía temblar, se escuchaba a lo lejos el canto de un llamador de ángeles colgado en el marco de alguna ventana. Noche luminosa, de luna llena. Noche de milagros. Noche angelada. Será por eso que Beltrán nació esa madrugada, porque la tierra lo llamaba, ya estaba lista para recibirlo. El niño luz, lo llamaban. Dormía poco, pero soñaba mucho. Atardecía sentado en el medio del patio mirando la transformación del cielo: celeste, naranja, rosado, azul, casi negro. Solo allí se levantaba, cuando las estrellas empezaban a aparecer como las pecas sobre su piel blanca, al llamado de su madre para la hora del baño y la cena. No hablaba mucho, pero miraba intenso y cantaba susurrando, como si reprodujera la melodía que le cantaban al oído. 

Sabía de penas, había llorado. Sabía de miedo, había dudado. Sabía de amores, había madurado. 

Es un hombre más, pero el canto de los ángeles es su llamado. Sabe de cielos, de tormentas, de días grises, también soleados. Amanece sentado en el medio del patio mirando la transformación del cielo: azul, casi negro, morado, naranja y rosado, celeste. El sol comienza a aparecer y sus pecas se encienden en su cara otra vez. El hombre luz, lo llaman. Mira intenso y habla con los ángeles.

Por Melisa Rodríguez.