La historia de Ludmila Leguizamón que el país conoció
SOCIEDAD. La joven de Carlos Salas recorría 42 kilómetros para estudiar. Ha sido abanderada, “Mejor promedio” y “Mejor compañera”. Su historia ha llegado a los medios nacionales y conmovido a Argentina.
El esfuerzo de Ludmila Leguizamón para estudiar en la escuela secundaria ha llegado a los medios nacionales y conmovido al país. La joven oriunda de Carlos Salas, durante casi dos años, recorría en bicicleta, a dedo o en moto 42 kilómetros para ir al colegio.
Estaba empecinada en conseguir ese título que, para los chicos de Carlos Salas, resulta un desafío al que no todos están dispuestos a afrontar.
Ludmila tendrá el premio a ese esfuerzo compartido con su familia, pero al que cargaba solita sobre su espalda cada mañana en que emprendía el viaje entre su hogar de Carlos Salas y la escuela media de Timote.
El 18 de diciembre fue el acto de colación. Allí le entregaron el título de bachiller. También lució la bandera de ceremonias. Y recibió el certificado de “Mejor promedio”, el galardón de “Mejor compañero/a” y la “Medalla al Mérito”.
Los galardones y los reconocimientos, sin embargo, no alteran sus hábitos pueblerinos. “Hace casi diez días que no tengo más actividades, porque no adeudo materias y entonces para mí las clases terminaron. Tengo tiempo para juntarme en la plaza a tomar mates con amigos. Es lo que me gusta. Además, no tenemos mucho más para hacer acá”, reconoció Ludmila en una charla con “Clarín”.
En Carlos Salas hay un jardín de infantes y un colegio primario. Y, hasta poco más de un año atrás, un secundario que sólo dictaba el ciclo básico (hasta el tercer año). Para completar el nivel, no sólo había que cambiar de aula; los chicos estaban obligados a partir hacia Las Toscas o Timote (ésta última, localidad del Municipio de Carlos Tejedor). Ambas poblaciones están distanciadas por 20 kilómetros, aproximadamente. Es el primer exilio que debían asumir los pibes de Carlos Salas para terminar sus estudios.
“A los 15, entre tíos, abuelos y amigos, le regalamos una moto. Es una costumbre de algunos pueblos del interior, pero en el caso de Ludmila la iba a necesitar”, recordó la mamá de la estudiante, Rosana Alberca (de 43 años), un tanto ruborizada. Reconoce que Ludmila ha viajado mucho tiempo de manera “clandestina” para ir al “cole”. “Tenía que dejar la motito en la casa de algún familiar o conocido porque no tenía carnet. Pero tomamos el riesgo; necesitaba que terminara la escuela”, agregó la mujer.
Cuando el clima impedía el viaje en moto, Ludmila hacía dedo. O se juntaba con otros vecinos y compañeros para contratar un remís. “Hacíamos empanadas y tartas, las vendíamos en el pueblo y con eso pagábamos el viaje”, repasó ahora la estudiante galardonada.
En agosto del 2022, por pedidos comunitarios y reclamos de años, se había fundado la “extensión” de una secundaria de Las Toscas en Carlos Salas. Había debutado con 13 alumnos, una de los cuales era Ludmila. Ya no tendría que desandar más de 40 kilómetros diarios para escuchar una clase.
Ahora, la “extensión” posee 23 estudiantes en los cursos desde primero hasta sexto años. La Escuela N° 21 “República del Perú” es la institución más relevante de Carlos Salas. En ella trabajan directivos, no docentes y profesores que viajan desde Lincoln, Martínez de Hoz y otras localidades de la región.
Fanática de Boca, Ludmila sueña con “ver un partido en ‘La Bombonera’”, conforme expresó. Conoce el templo boquense, pero por una visita al museo. Sería un viaje rápido. “No me gustan las ciudades grandes; me abruman. Me dan temor. Prefiero la paz de Carlos Salas”, sentenció, sin dudas, ante la pregunta sobre moverse de su lugar en el mundo.
¿Sobre el futuro? Se ha inscrito en un instituto para estudiar maestra jardinera. Y quiere ejercer allí mismo. Donde se había calzado por primera vez el tahalí que ha soportado la bandera nacional hace casi quince años.
El lunes 18 ha repetido el ritual. Abanderada por promedio, premiada por el esfuerzo y recompensada por sus compañeros, Ludmila ha dejado el modesto edificio de la escuela, situado a metros de la ruta 70, sobre una calle entoscada, con el pecho repleto de medallas y el corazón hinchado de orgullo.
Nota extraída de www.clarin.com.ar.