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Hoy, 8M, Día de la Mujer Trabajadora

COLUMNA. Por “Linqueños por los Derechos Humanos”.

Hoy es el Día de la Mujer, día de lucha y de reflexión. Hubo actos y conmemoraciones en todo el país y en todo el mundo.

Mucho se habló y se escribió sobre el tema. Vale contar, por ejemplo, el origen de esta fecha, la huelga de las obreras textiles de Nueva York, en 1857. Reclamaban la reducción de la jornada laboral, pero el hecho terminó con 130 de ellas quemadas vivas.

También es bueno traer a la memoria que la Revolución Rusa de 1917, la que derrocó al zar, comenzó con una multitudinaria manifestación de mujeres que, en plena guerra, pedían pan y paz. Hitos de la lucha por la igualdad que hoy continúa en el mundo entero, con avances y retrocesos, pero que, sobre todo en Occidente, muestra la fuerza y la persistencia de la lucha feminista por sus derechos políticos y sociales, por sus Derechos Humanos.

A propósito de esto, Marta Dillon, periodista e hija de desaparecidos, publicó ayer en “Página 12” un excelente artículo, en el que se pregunta en qué momento de los feminismos estamos. La pregunta obliga a pensar cuáles son las múltiples maneras que usa el patriarcado para someter a la mujer en este mundo, en el que parecería que se ha avanzado tanto. Reflexiona sobre las condiciones reales de la vida cotidiana de las mujeres y de las diversidades.

Dillon se plantea cuál es la forma de dejar de naturalizar la crueldad del sistema patriarcal e insta a buscar un futuro en el cual excluir, cancelar y castigar no sea la única solución para los problemas de estas sociedades complejas.

La movilización de ayer marcó tres ejes que se discutieron en debates realizados por “Ni Una Menos” y distintos colectivos feministas durante febrero: la situación acuciante de las trabajadoras sindicalizadas o en espacios comunitarios, o que trabajan en sus casas corriendo detrás de la inflación. Esto no favorece la autonomía económica, la que les permitiría salir de las violencias domésticas y cotidianas.

Otro eje fue apoyar el juicio político a la Corte, que se resiste a aplicar la Ley Micaela y sigue teniendo respuestas patriarcales, apuntando a la criminalización de mujeres líderes: Milagro Sala (que ya lleva 2.609 días presa política); las mujeres mapuches que defienden sus territorios; y Cristina Kirchner, víctima de persecución judicial y de un intento de magnicidio que no termina de esclarecerse.

El feminismo movilizado define al poder patriarcal como capitalista y machista. Entiende que las mujeres y las diversidades deben interpelar eso y afirma que una mujer muere cada 29 horas para que este sistema se sostenga. Por eso sale a la calle nuevamente.

Si en 2022 el lema fue “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos”, en 2023 este 8M se convocó bajo la consigna “La deuda es con las trabajadoras”.

Volviendo, entonces, a Marta Dillon, se puede decir que los movimientos feministas no son estables y que, en la tensión de sus contradicciones, avanza la ampliación de derechos, la lucha por una vida digna de ser vivida.