Se cumplieron cuatro años de la tragedia en el delta que les costó la vida a dos linqueños
RECUERDO. El 24 de julio del 2017, Matías Ronzano y Emanuel Vega, junto con Matías Aristi, habían fallecido, tras haberse estrellado el avión en el que viajaban en una isla cercana a San Fernando, desde donde habían despegado. Los restos habían sido hallados 26 días después del accidente.
Este sábado se cumplieron cuatro años del accidente aéreo que se había llevado la vida de Matías Rozano, Emanuel Vega y Matías Aristi, una tragedia que había enlutado a Lincoln y desnudado grandes falencias del sistema de búsqueda y de rescate aeronáuticos.
Hoy, y pese al tiempo transcurrido, todavía no se sabe qué ha sido lo que realmente ha pasado.
El lunes 24 de julio del 2017, un avión había despegado desde el aeródromo de San Fernando, cerca de las 14:00 horas, y, en menos de diez minutos, literalmente había desaparecido. En la nave viajaban Matías Ronzano (de 31 años), Emanuel Vega (de 25) y Matías Aristi (de 37).
Debido a los protocolos, la noticia se había comenzado a conocer recién durante la madrugada del día siguiente. A partir de entonces habían sido 26 días de desesperada búsqueda.
La aeronave turbohélice bimotor Mitsubishi (matrícula LV-MCV) tenía un plan de vuelo mediante el cual estimaba llegar a las 18:30 horas a la terminal aérea de la localidad formoseña de Las Lomitas. Sin embargo, seis minutos después de haber despegado, y tras haber recorrido apenas diecisiete kilómetros, había desaparecido de los radares, sin haber dejado rastros.
Entre el estupor y la repercusión mediática, se habían empezado a tejer elucubraciones de las más inverosímiles. Que “llevaban droga”, que “se fueron a otro país” y hasta que “llevaban un cuarto pasajero” eran algunas de las especulaciones que se podían escuchar.
Se habían denunciado desidia, utilización de instrumental obsoleto, falta de radares y zonas “muertas” en el aeropuerto de San Fernando, por donde podrían haber ingresado personas, entre muchas otras cosas.
En Lincoln y Bragado se realizaban marchas y pedidos. Cientos de aviadores, asimismo, se habían organizado para buscarlos. Pero nada. Pasaban los días y no había novedades.
Se habían utilizado 54 patrullas de reconocimiento de Prefectura Naval Argentina y de la Armada Argentina y la Armada Uruguaya. Por tierra se habían desplegado equipos tácticos de la Gendarmería Nacional y de Prefectura Naval. Sin embargo, el avión no aparecía.
Luego de 26 días de desesperación, que se había ido transformando en dolor, los restos de la aeronave habían sido hallados. Era un sábado, casi a última hora.
El 19 de agosto, cerca de las 17:40, en uno de los últimos vuelos de esa jornada, desde un avión Cessna habían logrado divisar “algo”. Era un lugar ubicado a unos cuarenta kilómetros de Zárate, en una isla del delta del río Paraná. Allí yacían los restos del Mitsubishi y, con él, los de los tres ocupantes, Ronzano, Vega y Aristi.
El lugar en el que había sido hallado era de muy difícil acceso, ya que es una zona pantanosa y con una profusa vegetación, a unos cuarenta metros del río Paraná Guazú, sobre la costa norte.
El avión se había estrellado poco tiempo después de haber despegado desde San Fernando. La aeronave estaba semienterrada en un cráter tapado por agua y vegetación, y sólo se había podido divisar en un momento en el que las aguas del río habían bajado.
Un año después de la tragedia se había dado a conocer un informe de la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (Jiaac). En el documento se habían brindado detalles y un análisis pormenorizado acerca de la aeronave, la tripulación, los controladores aéreos que habían intervenido y las condiciones meteorológicas a las 17:30 horas del 24 de julio del 2017, momento en el que la nave se había ido a pique.
En la página 29, la Jiaac indica: “Los restos de la aeronave y los daños observados en el follaje en el lugar del accidente sugieren que el LV-MCV impactó contra el terreno con el ala izquierda, con un ángulo aproximado de 80º de inclinación lateral, y a gran velocidad. Las fuerzas del impacto, producto de la elevada energía cinética, provocaron la destrucción total de la aeronave”.
En el párrafo siguiente detalla: “Aunque la dispersión de restos de la aeronave abarcó un radio aproximado de 50 metros. La mayoría de los componentes estructurales primarios, superficies de control de vuelo y dispositivos hipersustentadores fueron encontrados, enterrados en un área rectangular, de 12 por 6 metros”. “El motor, la caja reductora y el cubo de hélice del lado derecho fueron hallados a 3 metros de profundidad, mientras que el motor izquierdo, su correspondiente caja reductora y el cubo de hélice fueron hallados a 5 metros de profundidad”, añade el texto.
Los restos de la aeronave habían sido encontrados el 19 de agosto del 2017, a las 20:38 horas, según el registro. Allí se había iniciado el Plan de Respuesta ante Accidente Mayor (Pram) y se había conformado el Equipo Técnico de Investigación de Campo (Etic), integrado por cinco investigadores que habían acudido al sitio del accidente. Además, se había acondicionado un hangar, en el aeropuerto de San Fernando, para el futuro traslado de los restos de la aeronave y la posterior investigación técnica.
“La zona de impacto de la aeronave estaba concentrada en un cráter de, aproximadamente, 80 metros cuadrados, cubierto de agua, y con una dispersión de restos que abarcaba una circunferencia de 50 metros de radio. Tras la autorización de la autoridad judicial a cargo, el Etic comenzó con las labores de campo. Dividió en sectores el perímetro alrededor de la zona de impacto, relevó y fotografió todos los restos de la aeronave en su posición final”, explica el mismo documento.
Estas labores se habían prolongado durante cuatro días. “Entre otras tareas, se extrajeron los restos de las víctimas, además de los de mayor tamaño correspondientes a la aeronave. Posteriormente, se acudió al sitio del accidente en otras cinco ocasiones. Las primeras cuatro consistieron en las búsquedas del transponder y de los sistemas de navegación de la aeronave. Dadas las condiciones del terreno y la magnitud del impacto, no fue posible hallar estos equipos. La zona fue liberada el 18 de octubre” (es decir, casi 60 días después del hallazgo de la aeronave), puntualiza el texto.