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Sectores populares, cultura e Identidad.

¿Cómo vamos a estar mejor, si no conoces el nombre de lxs pibes que ranchean en la esquina de tu casa, pero gracias a los medios sabes que son el enemigo? Si te acercas a la esquina, la tele se apaga sola. (Emanuel Fante)

Allá por 1972 el colega Natalio Kisnerman entendía que era imprescindible superar el dualismo Trabajador Social- Pueblo; constituía entonces condición básica para el desarrollo de un Trabajo Social Latinoamericano el que los Trabajadores Sociales entraran en contacto con la cultura popular y profundizaran su conocimiento, pues solo a partir de ella se podrían emprender acciones transformadoras: es en esa cultura que se encuentran las raíces del pueblo.

Pueblo concebido como las mayorías, aunque no en el sentido de unas mayorías integradas y participativas como las imaginadas en el ideal liberal-democrático sino unas mayorías marginadas de las decisiones políticas y económicas, de los bienes culturales, de la seguridad social, sea un asalariado urbano o rural, sea un campesino indígena, adultos mayores, mujeres en situaciones de violencia, quien cada día asume la aventura de la propia subsistencia.

Quizás hoy “lo popular” sea una síntesis problemática del desempleo, de la segmentación del mercado de trabajo y de las ofertas educativas, del impacto de las permanentes migraciones, dibujando un paisaje enriquecido y de múltiples pertenencias frente aquel espacio dicotómico de las clases sociales, o de criollos y extranjeros.

El concepto de sectores populares es difícil de definir, ya que involucra una multiplicidad de sujetos dentro de un espacio amplio, ambiguo y heterogéneo. El énfasis está puesto en los aspectos culturales que nos permiten pensar en dimensiones acerca de los modos de vida, las maneras en que se organiza la familia, el lugar de la educación y el trabajo en la vida de las personas, la alimentación, las creencias, las preferencias culturales.

La cultura, así entendida, también se constituye con aquello que sentimos y pensamos, un entramado común que permite que nos identifiquemos con el otro.

Además de las creencias, las costumbres, aquello que pensamos sobre nosotros mismos, -ligado de manera indisoluble aquello que sobre nosotros piensan los demás- son los elementos que constituyen identidades. La procedencia de esas creencias también puede ser parte de espacios que nos identifican con el otro.

La conformación de una espacio identitario es fundamental para otorgarle sentido a nuestras existencias. Pero la constitución de ese sentido de pertenencia es un trabajo constante, reformulado a través del tiempo por las nuevas generaciones.

Martin Gallo plantea… “ni todos los espacios estatales son conservadores, ni en todos los supuestos lugares progresistas de la sociedad civil se cuecen proyectos populares. En las instituciones y organizaciones conviven las mayorías de los proyectos políticos que subyacen de la sociedad. En todos estos espacios es posible construir un Trabajo Social Popular”.

ROMINA RODRIGUEZ

Lic. en Servicio Social/Especialista en salud social y comunitaria.