Cuáles son los efectos de la falta de la perspectiva de género en la gestión del Covid-19
El costo de la pandemia no ha sido el mismo para todos. La preocupación por las nuevas formas de violencia en el ámbito laboral debería haber estado incluida en la agenda sobre cómo las organizaciones gestionan esta crisis.
Las mujeres y su tiempo han sido la variable de ajuste de muchas de las medidas tomadas en esta crisis sanitaria. A través de las encuestas del Uso del Tiempo se pudo comprobar que las medidas de aislamiento y el cierre de escuelas tuvieron un enorme impacto en la dedicación a las tareas domésticas y de cuidado.
Según la encuesta realizada por Grow, entre abril y julio del 2020, en promedio se observa que las mujeres dedican alrededor de 10 hs 30 minutos a estas tareas y los varones dedican 7 horas. Sumado a esto, las mujeres duermen una hora menos, dedican una hora menos al trabajo productivo y no tienen tiempo para el ocio o entretenimiento. Esto tiene un impacto muy profundo en su salud mental; hecho que se refleja en los mayores niveles de ansiedad y depresión que están experimentando.
Además, nos ha enfrentado a jornadas laborales más extensas, a días interminables respondiendo mails hasta altas horas de la noche. A la misma vez nos ha expuesto a nuevas formas de violencia laboral y de acoso que han sucedido a través de la tecnología; las mujeres y las personas de la comunidad LGBTIQ+ han sido las más afectadas. La preocupación por las nuevas formas de violencia en el ámbito laboral debería haber estado incluida en la agenda sobre cómo las organizaciones gestionan esta crisis.
En este contexto, el esquema de trabajo a distancia para las industrias no esenciales está llegando a su fin a medida que los países avanzan en sus esquemas de vacunación y los indicadores de salud mejoran. Ahora bien, ¿Cómo se está pensando la vuelta al trabajo? ¿Se incluye una mirada de género en las decisiones sobre la presencialidad? Sin dudas pensar en esquema de presencialidad obligatoria es muy difícil en un contexto donde los sistemas educativos no han retomado la doble jornada de forma presencial, donde los servicios de transporte de niños y niños y los comedores no están regularizados.
Si hoy volviéramos al esquema pre-pandemia, ¿Quiénes volverían a las oficinas? Sin duda se haría presente la clásica división sexual del trabajo donde en mayor medida será el varón quien sale a la vida productiva y la mujer se quede en la casa a cargo de las tareas domésticas y de cuidado.
Por otro lado, la falta de perspectiva de género en la salud se hizo evidente a través de la falta de conocimiento e información respecto a los efectos secundarios diferenciales entre varones y mujeres de las distintas vacunas. Si bien los ensayos clínicos han mejorado la presencia de mujeres, es fundamental prestar atención a que todo experimento cuente con la misma cantidad de personas de ambos sexos, que sean de diferentes edades y que se tengan en cuenta las diferencias biológicas y de comportamientos de las personas. En el caso de las vacunas del Covid-19 muchas mujeres reportaron alteraciones en el ciclo menstrual, hecho que no tiene mucha investigación científica detrás y de la que hay poca o nula información.
Una de las grandes enseñanzas de este último año y medio en pandemia es que para lograr sociedades igualitarias, se requieren de medidas que consideren la diversidad de situaciones de personas, desde una perspectiva de género, para que nadie quede atrás.
Fuente: ámbito